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🧓 Jubilación sin retiro: el 17% de los adultos mayores en Argentina sigue trabajando, y la cifra crece
La pérdida del poder adquisitivo de los haberes previsionales y la necesidad de cubrir gastos básicos empujan a miles de jubilados a mantenerse laboralmente activos. Expertos advierten sobre el impacto físico, emocional y social de esta tendencia creciente.
Buenos Aires — En la Argentina, jubilarse ya no equivale a retirarse del mercado laboral. Un fenómeno cada vez más extendido revela que aproximadamente el 17% de los adultos mayores continúa trabajando pese a estar en edad de retiro. La cifra, en constante aumento, refleja las tensiones económicas que atraviesa el país y pone en evidencia las limitaciones del sistema previsional.
Según datos oficiales y relevamientos de organizaciones especializadas, cerca de 1,2 millones de personas mayores de 65 años permanecen económicamente activas, ya sea en empleos formales, trabajos informales o emprendimientos propios. Esta realidad contrasta con la imagen tradicional del jubilado que disfruta de su descanso tras décadas de aportes.
💼 Más obligación que elección
"En la mayoría de los casos, no se trata de una elección vinculada al deseo de mantenerse activo o socializar, sino de una necesidad económica imperiosa", explica la socióloga María Elena Rodríguez, especialista en tercera edad. "Los haberes jubilatorios han perdido gran parte de su poder adquisitivo, y muchos adultos mayores se ven obligados a seguir trabajando para cubrir gastos esenciales como medicamentos, alimentos y servicios".
La situación es especialmente crítica para quienes perciben la jubilación mínima, que representa apenas una fracción del salario mínimo vital y móvil. Con gastos de salud que aumentan con la edad y tarifas en constante ascenso, el haber previsional resulta insuficiente para sostener una vida digna.
🧰 Sectores y modalidades laborales
Los adultos mayores que siguen trabajando se concentran principalmente en el sector de servicios, comercio y actividades independientes. Muchos se desempeñan como cuidadores, empleados de comercios, personal de limpieza, taxistas o en oficios diversos. También hay profesionales que continúan ejerciendo de manera autónoma o brindando asesorías en sus áreas de especialización.
Roberto Fernández, de 68 años, es uno de ellos. Jubilado hace tres años como empleado administrativo, hoy trabaja como chofer de aplicaciones. "Con lo que cobro de jubilación no me alcanza ni para los remedios y los gastos básicos", relata. "Trabajo seis horas por día, de lunes a viernes. No es lo que soñé para esta etapa de mi vida, pero es lo que me toca".
⚠️ Salud y calidad de vida en riesgo
Especialistas en gerontología advierten sobre las consecuencias físicas y emocionales que esta situación genera. "El cuerpo ya no tiene la misma resistencia, y muchos trabajos implican esfuerzo físico o largas jornadas de pie", señala el doctor Javier Martínez, geriatra del Hospital Italiano. "Vemos con frecuencia cuadros de agotamiento, estrés y agravamiento de patologías preexistentes".
Además, la necesidad de trabajar limita el acceso a actividades recreativas, controles médicos regulares y el tiempo de descanso necesario. "Se genera un círculo vicioso: trabajan para pagar medicamentos, pero el trabajo mismo deteriora su salud", agrega Martínez.
🌎 Una tendencia regional
El fenómeno no es exclusivo de Argentina. En varios países de América Latina, el envejecimiento poblacional combinado con sistemas previsionales insuficientes está generando situaciones similares. Sin embargo, Argentina presenta particularidades propias, como la inflación persistente y las sucesivas crisis económicas que erosionaron el valor real de los haberes jubilatorios.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza en adultos mayores está en aumento en la región, y la necesidad de complementar ingresos previsionales es una de las principales causas de permanencia laboral en edades avanzadas.
📣 Reclamos y propuestas
Organizaciones de jubilados reclaman desde hace años mejoras en los haberes previsionales y una movilidad jubilatoria que recupere el poder adquisitivo perdido. "No pedimos privilegios, pedimos lo que nos corresponde después de 30 o 40 años de aportes", afirma Graciela López, referente de una agrupación de jubilados del conurbano bonaerense.
Desde el ámbito académico y las organizaciones sociales se proponen alternativas: actualización de haberes por encima de la inflación, programas de empleo protegido para adultos mayores, subsidios para medicamentos y ampliación de la cobertura de salud.
📊 Un desafío demográfico en expansión
Con una población que envejece progresivamente —se estima que para 2050 más del 20% de los argentinos tendrá más de 65 años—, la sustentabilidad del sistema previsional y la calidad de vida de los adultos mayores se perfilan como uno de los principales desafíos sociales de las próximas décadas.
"No se trata solo de un problema económico o de políticas públicas aisladas", concluye Rodríguez. "Es una cuestión de modelo de sociedad: qué lugar queremos que ocupen nuestros adultos mayores y cómo garantizamos que puedan vivir con dignidad después de una vida de trabajo".
Mientras tanto, miles de jubilados argentinos continúan levantándose cada mañana, no para disfrutar de su retiro, sino para ganarse el sustento que su jubilación ya no les garantiza.